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sábado, 28 de marzo de 2015


Visita de la pequeña Gigante

Por Viviana Perez Lorca

Me llamó la atención ver en televisión muy temprano en la mañana, el día jueves 25 de enero del presente año, una noticia que había remecido a todos los telespectadores del país; al parecer un accidente de proporciones gigantescas y sorprendentes, incluso para una ciudad como Santiago, había ocurrido en pleno centro de la ciudad, en el que se vieron involucrados un par de microbuses y un taxi, los cuales se encontraban, si se puede decir, apilados frente a la plaza Bulnes muy cerca del Palacio de la Moneda. La expresión de los transeúntes era de absoluto asombro, y cada uno de ellos especulaba de cómo había ocurrido tan terrible tragedia. 
Todo se aclaró en muy pocos momentos a través de las notas de los reporteros quienes afirman que un rinoceronte era el causante de todo ese desorden, y que se encontraba escondido en la capital. La noticia resultaba tan surreal pero a la vez tan creíble, que debo admitir, fue algo que remeció mi capacidad de sorprenderme al ver la magia manifestada allí como hacia mucho no la sentía.

El rinoceronte escondido resultó ser una obra teatral desplazada al espacio publico, gran puesta en escena a cargo del Royal de Luxe, una compañía de teatro francesa que durante cuatro días mantuvo a los chilenos y chilenas, tanto niños como adultos envueltos en este tour mágico y fantástico, haciéndonos partícipes de una búsqueda casi inverosímil, pero en la cual nos vimos todos involucrados. Esta obra fue escrita especialmente para Chile cuando su director, en una de sus visitas anteriores, se sintió inspirado al contemplar las minas de cobre de nuestro país, momento en el cual nació la idea de involucrar a un rinoceronte como el antagonista de la pequeña gigante. Esta niña de acero y madera ya había aparecido en Europa con anterioridad y ya eran conocidas internacionalmente sus hazañas. El Royal de Luxe privilegió a nuestro país realizando esta puesta en escena, que ha sido la primera y única en Latinoamérica.

En búsqueda de la heroína que vino a salvarnos

La pequeña gigante había sido llamada por las autoridades de nuestro gobierno, quienes tenían en antecedente que se había enfrentado con anterioridad a un gigantesco elefante  en Europa, al cual logró atrapar sin mayores problemas. Le solicitaron su ayuda pues notaron que no sería fácil encontrar y encerrar a ese rinoceronte que dejaba solo destrucción a su paso en la capital y de la cual éramos testigos cada día. Se rumoreaba por ahí que este rinoceronte llegó cavando un agujero desde sus tierras, el cual fue a dar a las minas del norte de Chile. 

Sintiéndose solo, perdido y asustado se dirigió a la capital donde decidió esconderse pero no pasó inadvertido debido a las huellas que dejaba a su paso.


Según los informativos la pequeña gigante deambulaba por las calles de la capital cerca de la Vega y la calle de la Recoleta; salí del departamento decidida a encontrarla pero no logré verla, solo notaba su presencia pues la antecedía un mar de gente que apenas me dejaba caminar, así como los helicópteros y vehículos de la policía que velaban por la seguridad de ella y de quienes circulaban por ahí. Volví sin cumplir mi cometido pero con las manos llenas de bolsas con fruta que aproveché de traer desde la vega chica.
En ese momento creí que no tendría el privilegio de verla de cerca, pues a cada momento mas gente se unía al grupo que seguía los pasos de esa gigantesca niña vestida de verde; pero sin siquiera buscarlo resultó que la pequeña, después de recorrer por varias horas el centro de la ciudad, tuvo que realizar un descanso durante la noche. La pequeña gigante hizo gala de su gran tamaño y dulzura  en la Plaza de Armas, bailó para todos y cuando ya se sintió cansada decidió ir a dormir a su cama que ya había sido instalada por sus siempre  fieles ayudantes los liliputienses. A eso de la media noche  me dirigí  a la Plaza de Armas para lograr verla, pensando que en ese momento estaría menos concurrido, pero para mi sorpresa mucha gente estaba allí reunida y los vehículos no dejaban de circular por calle Compañía; parecía que eran las cuatro de la tarde por el movimiento que había; familias completas estaban allí, otras mas llegaban y todos se deleitaban admirando el sueño de esta pequeña.




A la mañana siguiente, alrededor de las siete de la mañana, volví a visitarla y muchos ya estaban reunidos allí velando su sueño y esperando con ansias que se levantara, a eso de las 10 de la mañana, para acompañarla en su búsqueda.



Por esas cosas de la gracia divina, esa no fue la última ocasión que me encontré con ella; estaba participando como vendedora en la Feria del Libro, ubicada frente al MAC, en el Stand de la Editorial Metafísica Señora Maulina, cuando de pronto mis amigas y yo sentimos bella música y alegría en la calle. Nos precipitamos a ver la comitiva y era ella que venía caminando, dirigiéndose al Museo de Bellas Artes. Con su paleta de helado en su mano derecha caminaba alegremente al lugar donde tomaría su primer descanso del día; Sus ojos observaban al público que la esperaba y a medida que se acercaba la sensación colectiva y personal de felicidad, emoción y alegría se acrecentaba, todos estábamos expectantes. Cuando pasó frente a nosotros sentí que se me volcaba el corazón y las ganas de llorar y reír se volvieron intensas, la niñez estaba de vuelta en cada corazón que estaba allí presente y la inocencia volvía por unos instantes a ser parte de nuestras vidas. Un aplauso espontáneo se produjo a su paso y todos la seguían igual que niños tras un gran juguete.

De vuelta en el departamento tomé una siesta; después de unas horas me despertó una música festiva, era ella que venía con su comitiva y estaba a pocas cuadras de donde yo me encontraba. Sin pensarlo demasiado me puse ropa mas cómoda para ir tras ella, buzo y zapatillas era lo ideal; con cámara en mano salí corriendo, igual que una niña que va en busca de una sorpresa. Pude verla cuando la desplazaban por calle Morandé hacia la plaza de la Constitución y logré fotografiarla varias veces. (las fotos se encuentran pendientes de publicación)

Cuando llegó el día domingo incluso logré despedirme de ella, pensé que no lograría acercarme mucho, pues al ver por televisión la cantidad de personas que estaban reunidas esperándola en el centro de la ciudad por un momento había desistido de salir tras la pequeña. Ella ya había atrapado al rinoceronte en Plaza Italia y se dirigía a la Plaza Bulnes para despedirse de todos los que la habían acompañado durante esos días. En plena Alameda en medio de un mar de gente no tuve mayores dificultades para llegar; la pequeña gigante era suspendida por el aire por los liliputienses que la sentaron sobre un bus que la transportaría a su nuevo destino, el puerto de Valparaíso, lugar en el que se embarcaría junto a su nuevo amigo el rinoceronte para viajar de regreso a su país de origen. Tuve el privilegio de verla pasar en frente mío, muy cerca, con sus maletas, su nuevo amigo y su séquito de ayudantes. Sabía que no la volvería a ver y eso me provocaba un poco de pena y una nostalgia anticipada en medio de esa gran celebración


 …

Te echaré de menos pequeña gigante pues calaste hondo en mi corazón con  toda tu ternura belleza, magia y amor con que nos llenaste durante esos cuatro días; días en los cuales uniste a tantos desconocidos y nos hiciste olvidar nuestras penas y angustias, problemas y decaimientos, solo con tu bella presencia e inocencia que representaba la que alguna vez tuvimos dentro y con la cual nos pudimos reencontrar al contemplar tu rostro donde nos vimos reflejados cada uno de nosotros.

Jamás te olvidaré pequeña gran amiga, gracias por habernos visitado, y aunque se que no volverás te digo hasta siempre….


 


Las fotos no son las originales publicadas en la columna.

(Esta nota corresponde a la Sección de Arte y Expresión de nuestra página web. Dicha sección se mantuvo entre 2002 y 2010.)


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